Publicado en revista Observatorio de RR.HH. Nº 167 Mayo 2021.
La transformación digital, sobre la que se está librando la Cuarta Revolución Industrial, está sentando las bases tecnológicas en las que las compañías sustentarán su competitividad y sostenibilidad. Así hemos visto como aquellas que mejor equipadas estaban han resultado ser más resilientes ante el tremendo desafío que ha supuesto la pandemia del coronavirus. Y, más allá de esta, será algo que continuará siendo relevante en el futuro.
En mi anterior artículo publicado en ORH, “Los cuatro pilares de la transformación empresarial” describía los puntos cardinales que marcan las referencias para navegar en un mundo hiper-VUCA y establecen la dirección hacia la que orientar la transformación que muchas empresas necesitan: un nuevo modelo tecnológico que mantenga en conexión a los stakeholders, ponga el foco de manera especial en los clientes y aborde la automatización de todos aquellos procesos que lo permitan. Un nuevo modelo de gestión basado en metodologías agile, centrado en los datos y las métricas, en permanente revisión desde una mentalidad de innovación continua y construido sobre un nuevo set de competencias emergentes. Un nuevo modelo relacional, presencial y remoto, cuidando la salud y bienestar de las personas, basado en equipos ágiles, integrados y alineados, en los que predomina una actitud emprendedora y se aprovechan todas las sinergias que proporciona el valor de lo intergeneracional. Un nuevo modelo de liderazgo, transformador y desarrollador, impulsado por un propósito inspirador, capaz de diseñar estrategias en un contexto hiper-VUCA, atendiendo a los signos que constantemente proporciona un futuro emergente.
Los cuatro modelos han de explorarse y abordarse en espiral para tener éxito, pero desde mi perspectiva, hay uno, el modelo relacional, que es la estrella polar que establece el rumbo que seguirán el resto.
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