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¿Miedo a perder tu trabajo?

Publicado por Capital Humano, Nº 360, Sección Crecimiento profesional / Artículos, Enero 2021, Wolters Kluwer

 

Más de la mitad de las personas que tienen un trabajo, el 54%, temen perderlo en los próximos 12 meses, según la encuesta de Ipsos realizada para el Foro Económico Mundial, mientras que dos tercios de los trabajadores, el 67%, se muestran optimistas sobre la necesaria reconversión en sus actuales trabajos, para adaptarse a los requerimientos de los trabajos del futuro.

El mundo del trabajo se está transformando de manera veloz por el avance de la Cuarta Revolución Industrial y la crisis de la COVID-19 ha acelerado el uso de la tecnología y las tendencias hacia la automatización. Millones de puestos de trabajo existentes podrían desaparecer por completo. Según el Foro Económico Mundial, 85 millones de puestos de empleos pueden verse desplazados por un cambio en la organización del trabajo, de aquí al año 2025. Pero surgirán aún más empleos, del orden de 97 millones, según las estimaciones. Y estos se adaptarán mejor a la nueva organización del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos. Algunas previsiones son incluso más optimistas. La consultora de estrategia McKinsey señala que en solo dos años, podrían llegar a crearse hasta 133 millones de nuevos puestos de trabajo, debido al impacto de la tecnología. Ciertamente, habrá muchos trabajos que desaparezcan, a la vez que millones de otros nuevos empleos surgirán requiriendo nuevas competencias a sus ocupantes.

 

Más de la mitad de las personas que tienen un trabajo temen perderlo en los próximos 12 meses

 

En paralelo, los gobiernos siguen valorando el impacto a largo plazo en el mercado laboral al mantener, retirar o continuar parcialmente con las medidas de choque aplicadas. En nuestro caso desde la Unión Europea, a través de importantes ayudas económicas y fiscales a las empresas para cubrir sus necesidades operativas. En definitiva, salarios y mantenimiento del empleo. El resultado es una alta perturbación en estos momentos en el mercado laboral y unas inciertas perspectivas para 2021.

Del pesimismo de la pérdida del empleo al optimismo de la recapacitación

La encuesta dirigida a 12.000 trabajadores de 27 países revela que el 37% se muestra «algo preocupado», el 54% preocupado y el 17% «muy preocupado» por perder su trabajo.

La preocupación por la pérdida del empleo en el 2021 varía según los países. Del 75% en Rusia, el 73% en España y el 71% en Malasia, a un 36% en los Países Bajos o Estados Unidos, un 30% en Suecia o a solo preocupar al 26% de los trabajadores en Alemania.

La encuesta también encuentra que dos tercios de los adultos empleados dicen que pueden aprender y desarrollar las nuevas competencias necesarias para los empleos del futuro, desde sus actuales puestos de trabajo y empresas. El 23% se ve «muy capaz» y hasta un 44% de ellos «algo capaces» de hacerlo.

A diferencia del miedo a la pérdida del empleo, en los 27 países analizados, la capacidad percibida para aprender y desarrollar esas nuevas competencias profesionales en el trabajo está más extendida. En España supone un 86%, en Perú un 84% y en México un 83%. Con algo menos optimismo se ve en Japón, donde solo el 45% de los trabajadores ven posible su recapacitación, en Suecia un 46% o en Rusia un 48%.

Los países donde prevalece una visión positiva sobre la posibilidad de adquirir nuevas competencias en el trabajo superan en número a los que están preocupados por la pérdida de su trabajo, por márgenes más amplios, destacan Estados Unidos y Alemania (en 40 puntos porcentuales). A la inversa, la preocupación por la pérdida de empleo prevalece más que la capacidad percibida para adquirir nuevas competencias en Rusia (en 28 puntos) y, en menor medida, en Malasia, Polonia, Japón, Turquía y Corea del Sur.

 

Impulsar la inversión en una auténtica revolución de las capacidades de las personas en el ámbito profesional, resulta ser crítica para afrontar los desafíos del futuro de las empresas, los trabajadores y de las economías en general

 

Impulsar la revolución de las competencias, desde las empresas

El último informe del Foro Económico Mundial 2020, Future of Jobs, señala que el 50% de los trabajadores necesitarán adquirir nuevas competencias para 2025, a medida que aumente la adopción de tecnología en sus puestos de trabajo. Se estima que el 40% de los trabajadores deberá invertir en capacitación en torno a un máximo de seis meses.

Asimismo, revela cómo las empresas están sensibilizadas para impulsar los procesos de reskilling y upskilling de los empleados cuyos roles actuales dejarán de ser relevantes en un nuevo contexto laboral. De esta forma, planifican y acompañan una transición de sus trabajos actuales para que puedan aprovechar las oportunidades emergentes.

El informe sugiere que el capital humano es un activo crucial para cualquier empresa. Destaca cómo en la era de la inteligencia artificial, son las habilidades humanas, como la creatividad o el pensamiento crítico, las que constituirán la verdadera ventaja competitiva para cualquier organización. Impulsar la inversión en una auténtica revolución de las capacidades de las personas en el ámbito profesional, resulta ser crítica para afrontar los desafíos del futuro de las empresas, de los trabajadores y de las economías en general.

Impulsar la revolución de las competencias, desde las personas

Ante la transformación descrita, podemos decir que estamos en medio de una emergencia global de reciclaje profesional y para afrontarla, la consultora de estrategia McKinsey considera que el «aprendizaje intencional» será la habilidad más importante que se debe adquirir en esta nueva era digital. En el fondo, el aprendizaje intencional supone adoptar una actitud que nos permita afrontar cualquier situación como una oportunidad para extraer los aprendizajes que de ella puedan derivarse.

En esencia, el aprendizaje intencional consiste, en la práctica, en tratar cada experiencia como una oportunidad para nutrirte de algo. En lugar de ser algo que ocurre como un proceso separado, el deseo activo de aprender debe ser algo instintivo e intencional, como un sensor que se dispara en las situaciones cotidianas.

«Aunque [los “aprendices intencionales”] están experimentando a diario similares situaciones a las de cualquier otra persona, aprovechan mejor sus aprendizajes porque todo, cada experiencia, conversación, reunión y entrega, conlleva una oportunidad para desarrollarse y crecer», señala el informe de McKinsey.

 

Ese mundo laboral estable que conocíamos ha sido reemplazado por la idea de que empresas y personas trabajadoras deberán mantenerse en una permanente adaptación de sus capacidades

 

Desarrollar la agilidad en el aprendizaje

Hay dos elementos que diferencian a aquellas personas que disponen de esa capacidad de aprender intencionadamente de aquellos que no. La primera es una mentalidad de crecimiento y, la segunda, una mentalidad curiosa. Aunque estos son rasgos propios de nuestra personalidad, de los que disponemos de manera natural en diferentes grados, también es posible adoptar estas perspectivas y desarrollarlas.

Las personas con una mentalidad de crecimiento consideran que sus capacidades e incluso su inteligencia pueden nutrirse, expandirse y evolucionar con el tiempo. Algunas personas son naturalmente más curiosas que otras. Y la curiosidad es, sostiene el informe, el punto de partida del aprendizaje de todos, desde la infancia. Cultivar la curiosidad puede significar superar el miedo a hacer preguntas o probar cosas nuevas. Puede significar asumir nuevos desafíos, también para afrontar un futuro de cambio continuado en la vida profesional.

Considerando la transformación que ya se está produciendo en el mundo del trabajo por la digitalización y que se acelerará, como así ya ha sucedido como consecuencia del impacto de la pandemia de la Covid-19, con la posibilidad de que puedan desaparecer 85 millones de empleos, a la vez que puedan crearse más de 100 millones de nuevos trabajos, parece evidente que aprender, de nuevo, será fundamental.

Ese mundo laboral estable que conocíamos ha sido reemplazado por la idea de que empresas y personas trabajadoras deberán mantenerse en una permanente adaptación de sus capacidades. La demanda de nuevas competencias profesionales no tendrá precedentes. A diferencia de las importantes transformaciones en el empleo que existieron como consecuencia de las grandes revoluciones del pasado, la Cuarta Revolución Industrial no será un momento único de cambio. Será un periodo de cambio permanente, a medida que herramientas como la inteligencia artificial y la automatización se extiendan hasta, prácticamente, acabar formando parte de todos los aspectos de la vida de las personas. No estamos ante una época de cambios, sino ante un verdadero y profundo cambio de época.