Publicado por Capital Humano, Nº 358, Sección Tendencias, Wolters Kluwer
El último Informe Sobre el Futuro del Empleo 2020, del Foro Económico Mundial, lo deja claro: el 50% de los trabajadores necesitarán adquirir nuevas competencias para 2025. Se calcula que 85 millones de puestos de trabajo desaparezcan, a la vez que emerjan en torno a 100 millones de nuevos empleos como consecuencia de la digitalización. Esta gran transformación puede verse como una amenaza, pero también como una enorme oportunidad de reinventar lo que hoy entendemos por trabajo.
Para ello, debemos intentar algo que parece casi imposible: imaginar no solo cómo será el mundo del trabajo en las próximas décadas, sino diseñarlo. Estudios como el mencionado del FEM nos ayudan a anticipar cuáles serán las necesidades competenciales que requerirá el desempeño de los futuros empleos. Pero ¿y si fuéramos un poco más allá y resultara posible, no solo responder (de manera reactiva) a una nueva realidad, sino diseñarla? Es decir, ¿cómo imaginamos que sea el futuro del trabajo y lo que queremos que signifique para el ser humano?
El contexto actual de crisis derivada de la pandemia de la Covid-19 nos hace mantener todo nuestro foco en las necesidades inmediatas, en muchos casos, de pura supervivencia del negocio y de mantenimiento de los empleos. Sin embargo, a su vez, es una gran oportunidad para reinventarnos y reinventar lo que hacemos y cómo lo hacemos. Una oportunidad para hacer un auténtico reset.
Y aunque no resulta fácil desentrañar el significado que nos proporcionan algunas de las señales del cambio, la interacción de los humanos en coexistencia con las tecnologías de automatización y robotización dirigida por algoritmos estará en el centro del mismo. Un proceso irreversible y del que hemos de considerar su contribución positiva, para enfocarnos en nuestros propósitos netamente humanos. No se trata de evitar las tecnologías, sino de articularlas para que nos sirvan de la mejor manera posible. Estas tecnologías pueden aportar la flexibilidad, equidad y eficiencia que necesitamos en nuestras empresas.
No ha existido empresa humana que haya sido posible sin contar con la implicación de las personas. Hoy seguirá siendo igual que en los últimos veinte siglos. La gran diferencia es que tampoco lo podrá ser sin la tecnología. El futuro solo es imaginable desde la tecnología, la digitalización y la interconexión ética a través del dato.
Esto significa involucrar a las personas como parte de la solución y no como un problema a resolver. Solo haciendo todo esto podremos seguir construyendo mejores empresas y un mundo mejor para todos.
Considero 5 acciones fundamentales para avanzar en ello desde la empresa:
1. Construir sobre los aprendizajes de esta etapa de pandemia
Hacer un buen uso de todo lo que estamos aprendiendo de la pandemia sobre cómo funcionan nuestras vidas y las economías modernas en contextos de alta incertidumbre. Considerar qué es realmente lo que nos importa, en qué confiamos y cuán adaptables somos a la adversidad, por lo que una capacidad fundamental a desarrollar en personas y organizaciones será la resiliencia.
2. Apoyarse en las tecnologías para garantizar el desarrollo y el empleo
Afrontamos el reto de apoyar a las personas para que encuentren su propio sentido de propósito y desplieguen todo su potencial en el contexto profesional, acompañando su desarrollo para anticiparse con éxito a la profunda transformación que está sufriendo ya el empleo y que se acelerará en un futuro inmediato. Esto va más allá de llevar a cabo programas de formación para desarrollar sus habilidades. Tiene que ver con cómo preparamos a las personas para liderar el cambio, en lugar de sufrir el cambio. La tecnología puede verse como origen del problema, o como parte de la solución.
Apoyémonos en ella para tal objetivo y desarrollemos auténticos agentes de transformación en nuestras organizaciones, que acompañen al resto hacia nuevas realidades.
3. Flexibilizar los modelos de trabajo y nuestras formas de vida
Nos hemos dado cuenta de que ya no estamos sujetos a un escritorio. Quizá se ha abierto un nuevo paradigma que nos lleva a plantearnos una nueva manera de vivir, más equilibrada personal y familiarmente, en la que el teletrabajo nos aleja de la concentración en las grandes urbes a la que muchos se sentían sometidos, a cambio de bienestar. Avanzamos, por tanto, en la posibilidad de que las personas elijan dónde y cómo quieren trabajar en función de su etapa vital y planteamientos personales.
4. Priorizar la salud y el bienestar para garantizar los objetivos empresariales
Poner la salud física y mental y el bienestar de las personas entre las prioridades de nuestras organizaciones resultará clave para garantizar las metas empresariales hoy y diseñar cómo queremos que sea el trabajo en el futuro. Y ello conlleva poner en práctica acciones significativas, que brinden un apoyo práctico y un acompañamiento real a las personas mientras entretejen sus opciones futuras.
5. Abrir un debate intergeneracional sobre el significado del trabajo
Hoy ya conviven en las organizaciones cuatro generaciones, si consideramos la cuarta, la formada por robots. Será necesario abrir un amplio y significativo debate entre las diferentes generaciones, culturas y experiencias, sobre cómo queremos trabajar y socializar, y cómo definimos (y recompensamos) el valor aportado en el trabajo. La pérdida de talento senior por parte de muchas organizaciones y la falta de oportunidades para los más jóvenes, no parecen ser ni socialmente sostenibles ni económicamente viables para una sociedad que trata de sostener un modelo de bienestar para sus ciudadanos.
Gobiernos, instituciones y empresas pueden acompañar este proceso de reinvención. Un reset para muchos negocios y empresas que necesitan transformarse para navegar hacia nuevos modelos en un contexto hiper-VUCA. Y acompañar a las personas en su transformación hacia nuevos empleos, en convivencia acelerada con la tecnología, en el que el sentido del trabajo ha de redefinirse por completo. Las personas no son widgets que se incorporan o se eliminan en función de necesidades de programación. Son el alma de cualquier negocio exitoso. El futuro será modelado por las compañías con propósito, lideradas por personas con propósito, que abracen sin miedo la tecnología.