En mi último libro, la novela Viento de Respuestas, Del Fracaso a la Reinvención, abordo el tema de la resiliencia, esa capacidad que el ser humano tiene para hacer frente a la adversidad y para afrontar los retos, que cualquiera de nosotros hemos podido experimentar a lo largo de la vida.
En la novela no solo se reflejan acontecimientos autobiográficos, que me permiten hablar de ello en primera persona, sino también la de un buen puñado de personas que, en los últimos años de crisis económica, se han visto en la necesidad de gestionar desafíos significativos en sus vidas, a nivel personal y profesional.
De toda la reflexión que la novela va deshojando en sus páginas, se desvelan un conjunto de aprendizajes significativos que quiero compartir en esta entrada. Y, con el permiso de mi buen amigo Sebastián Álvaro, como sabes creador del programa de TVE “Al Filo de lo Imposible”, que ha tenido la amabilidad de regalarme un prólogo precioso, me gustaría aliñarlos con algunas citas extraídas de su último libro: “La Vida al Límite de La Vida”.
#1: Todo resulta efímero
La experiencia de haber superado momentos adversos en la vida te permite darte cuenta de que todo es efímero, tanto lo bueno como lo malo acaba pasando, antes o después. Todo se supera por muy difíciles que se vean las cosas. Cuando no vemos luz es porque quizá estamos enterrados, en un determinado momento, como lo está una semilla en la tierra. Pero la naturaleza de la semilla es brotar. Y en ese resurgir, tomamos conciencia de que el ser humano tiene todos los recursos, la capacidad y la creatividad para superar cualquier situación en la vida. Esta capacidad de superación del ser humano es casi infinita.
“Al sobrepasar nuestras limitaciones, al tocar las últimas fronteras del mundo de los hombres, hemos llegado a conocer algo de su verdadero esplendor. En mis peores momentos de agonía descubrí el significado profundo de la existencia, del cual hasta entonces no había sido consciente”.
Maurice Herzog. La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 196)
#2: El pasado hay que dejarlo atrás
El pasado hay que dejarlo en el pasado y hay que levantar la mirada hacia el horizonte para seguir adelante. Lo positivo que nos depare el futuro solo llegará si no dejamos de caminar. Aferramos al pasado solo nos proporcionará una vida encharcada en la melancolía y la depresión; si nos enfocamos solo en el futuro, viviremos con la ansiedad que vibra en la incertidumbre por lo que está por venir. Solo nos pertenece el presente y es importante centrarse en él y vivirlo con intensidad. Así, desde el presente construimos con optimismo nuestro futuro.
“De las cumbres nunca te llevas nada. Lo único que puedes hacer es dejarte cosas…, aunque hay pérdidas que enriquecen más que cualquier ganancia. Continuamos porque uno ha de llegar hasta Ítaca para darse cuenta de que lo importante es el camino. Pero ¿cómo podríamos saber, de otra manera, qué es lo mejor que encontramos en nuestro camino si no lo recorres hasta el final?”.
Juanjo San Sebastián. La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 100)
#3: Rodéate de las personas que te enriquecen
La adversidad es un cedazo para la amistad, que deja solo en su malla a aquellos que realmente te quieren. Es muy importante rodearse de las personas adecuadas, familia, amigos, socios y mentores que te acompañen en el camino, tanto en los buenos momentos como en los adversos. Ellos siempre enriquecerán tu visión de lo que te está sucediendo, aportando luz en los puntos ciegos que puedes estar ignorando. Personas buenas en los que encontrar inspiración, pero sobre todo, buenas personas.
“Considero que para afrontar una empresa en grupo, independientemente del éxito práctico, es indispensable, por parte de cada miembro del equipo, vivir a fondo todo lo que la empresa requiere, sin tacañería, y ofrecer lo mejor de sí mismo en el papel asumido con sentido de responsabilidad”
Walter Bonatti (1930-2011). La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 148)
#4: Hay cosas que hay que dejarlas reposar
La buena cocina se hace a fuego lento. Ante determinadas circunstancias hay que “dejar reposar las cosas”. No conviene tomar decisiones permanentes o que impacten de una forma definitiva a largo plazo basándonos en las experiencias que vivimos con carácter temporal. Nos hemos de permitir, también, decir, “esto lo solucionaré mañana o ya se solucionará”. A veces, hay que renunciar en determinado momento para esperar mejor ocasión en el que abordar nuestros desafíos, aunque solo sea para prepararnos para ello.
“Al volver la vista por última vez hacia el Makalu y su pilar oeste, lo ví cubierto por una inmensa capa de tristes nubes grises. Pronto disfrutaría los bien ganados placeres de una ducha y un helado, pero me costaba partir. Quería saborear los dulces sentimientos que surgían de nuestro logro. Sabía que pronto darían paso al vacío en tanto yo buscaba un nuevo objetivo”.
Kitty Calhoun Grissom. La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 44)
#5: Es doloroso tratar de suprimir las emociones
Las emociones hay que vivirlas y hacerlo en profundidad. Es doloroso tratar de suprimir las emociones que nos invaden en los momentos adversos, e incluso, en los momentos de satisfacción. Hacerlo supone renunciar a un activo necesario. Convivir con ellas y tratar de entenderlas, de conocernos y aprender sobre nosotros mismos nos ayuda a afrontar mejor las experiencias que vendrán en el futuro, a relacionarnos con ellas y con los demás en nuestro entorno.
“Las montañas se ascienden con los pies, o con los pies y las manos, y con la cabeza. A mi modesto entender no es suficiente, pues las montañas se han de subir además con el corazón, que es donde residen los sentimientos. Sin estos, la ascensión se reduce a un mero ejercicio físico, como hacer footing o jugar al fútbol”.
José María Azpiazu. La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 124)
#6: Todo tiene una intención positiva
Para finalizar, todo lo que sucede, sucede por algo y tiene una intención positiva. Y hemos de saber elevarnos, aunque parezca difícil, para adquirir una perspectiva más amplia, una visión más de conjunto y de mayor alcance temporal, que nos permita extraer su significado y el regalo que esta nos ofrece en forma de estos aprendizajes.
“Desde luego, siempre que hablo de las montañas no solo hablo de las montañas y aventuras, hablo sobre todo de la vida. Las montañas –me dijo una vez Walter Bonnatti– son una metáfora de la vida. Pero también son la vida misma. Una escuela dura donde aprender lo esencial…”
Sebastián Álvaro. La Vida al Límite de la Vida. Lumberg, 2018 (pg 195)
La adversidad es un maestro para nuestra vida, con seguridad más que las experiencias de éxito. Éxito y fracaso no existen en sí mismos. No dejan de ser más que el resultado de nuestras acciones. Pero de ellos se desprenden emociones que hemos de gestionar y que hemos de saber exprimir desde la perspectiva de los aprendizajes vitales que podemos incorporar en nuestra biografía y que nos permite seguir creciendo como personas. Decía Elisabeth Kubler Ross que nuestra misión en la vida es acumular los aprendizajes que nuestro alma necesita. ¡Aprovechemos todas las experiencias para ello!