Liderazgo, Meditación, Mentoring

Drishti, el poder de una mirada en silencio

India es un país, quizás como ningún otro, que siempre ha atraído a los occidentales y que, no en vano, ha sido ocupado reiterativamente a lo largo de la historia. A pesar de ello, el país y sus propios habitantes mantienen viva una cultura que ha permanecido intacta a lo largo de décadas y que los occidentales no hemos podido conquistar.

Invitado a una reunión internacional centrada en los valores de la espiritualidad, y de regreso en el avión que me devuelve a la actividad cotidiana, dispongo de un espacio para la reflexión sobre lo vivido estos días, y que desde buen comienzo de este encuentro, cada segundo se ha convertido en una intensa experiencia compartida por los directivos, políticos, funcionarios y profesionales, de una quincena de países diferentes, que ahí nos dimos cita.

La recepción por parte de Dadi Janki, una las mujeres reconocidas por la ONU como protectoras de la sabiduría en el mundo y, con sus 100 años, co-directora de Brahma Kumaris, universidad espiritual mundial (organización liderada por mujeres), que organizaba el encuentro en su sede de la “Academy for a Better World” en Madhuban, siempre resulta impactante.

Ya había tenido la oportunidad de conocerla en Barcelona, en Julio de 2004, con motivo de su participación en el Forum de las Culturas. Igualmente, en este caso, Dadi Janki tras su entrada en la sala, dio Drishti a cada participante.

En un ejercicio de respeto y humildad, antes de sentarse y en silencio, la mirada de Dadi recorre los ojos de cada una de las personas que tiene delante. El gesto se convierte en un poderoso reconocimiento de la persona en su más pura esencia. El reconocimiento de la persona como alma. La fuerza de ese instante llena la sala de energía y abre el intelecto y los corazones de quienes lo reciben. Ese sencillo gesto, creó una atmósfera en la que resultó fácil compartir experiencias desde la más profunda intimidad y recibir las enseñanzas que estas sabias mujeres nos regalaron, como una guía para nuestra vida diaria, personal y profesional, en la que combinar en equilibrio aquellos valores económicos, éticos y espirituales, que nos conducen, en el desempeño de los diferentes roles que nos toca representar. Finalmente, antes de sentarse nos dice: Om Shanti, expresión hindi que significa, soy un ser de paz (y como tal te reconozco).

Permítanme compartir con ustedes alguna de estas reflexiones sobre el trabajo realizado, la cultura con la que he convivido y los comportamientos que he observado estos días, tanto en las anfitrionas y anfitriones a esta reunión, como en el propio proceso de transformación de los participantes a medida que íbamos profundizando en las enseñanzas recibidas y las experiencias compartidas.

Personalmente, estos comentarios se han convertido en un referente para mí y creo que puede ser un referente también para otros directivos y para las organizaciones que lideran. Si tuviera que resumirlos lo haría en estos ocho puntos:

1. El poder del silencio. La capacidad de retraerse, de ir hacia el interior, en definitiva, de tomar tiempo para la reflexión. En un mundo en el que vivimos orientados a la acción permanente, el silencio ofrece la oportunidad de revisarse a uno mismo, de revisar la congruencia de nuestros pensamientos, palabras, acciones y relaciones; de revisar cuan alineado está nuestro propósito vital con nuestros valores y nuestra visión. La meditación es un muy buen ejercicio para lograrlo.

2. Vivir el presente, “empaquetar” lo que ya ha sucedido, como cuando cerramos una caja de objetos que ya no usamos y la arrinconamos en el trastero. El pasado es pasado y ya no volverá. Hemos de poner un punto final. El punto final trae plenitud. Significa ser constructivo con los propios errores y con los de los demás, aprendiendo de ellos. Nos permite centrar nuestras energías en el presente, sin desperdiciarlas, porque es en el presente cuando construimos el futuro.

3. La bondad de la tolerancia. Implica respeto, cuidado, generosidad y flexibilidad. Respeto como actitud hacia sí mismo y hacia los demás, reflejada en nuestros pensamientos, palabras, acciones y relaciones; cuidado hacia las personas y los temas de los que eres responsable. Cuando cuidas de alguien se perciben sus sentimientos y sus necesidades, por lo que se convierte en una forma especial de prestar atención; generosidad, dando y compartiendo. Dar sin esperar recibir, consciente de lo que puedes aportar de manera diferencial (tu sentido de misión y rol); y flexibilidad, permaneciendo abierto a las opiniones y sentimientos de los otros, a modificar hábitos e incorporar otros nuevos, a generar cambio.

4. El poder de la paz, como un sentimiento interno de calma que nos permite fundir la negatividad que a veces viene de diferentes direcciones. Si la tomas, generas más negatividad. Sólo pude fundirse con el calor de la positividad y de la actitud de apertura que tiene un niño; de la paciencia, cuando aparecen situaciones de dificultad; de la excelencia personal, dando lo mejor de uno mismo, guiado por un noble propósito; y con la confianza de actuar con rectitud desde la verdad.

5. La capacidad de discernir. Desde un intelecto limpio y claro para apreciar lo que guardo y lo que desecho, lo que hago y lo que no. Me permite no tomar la negatividad. Para ello, el intelecto ha de permanecer desapegado, como un observador. Conectado con lo divino, con la visión personal.

6. La claridad de juicio. Cuando se dispone de esa claridad, se puede tomar una decisión acertada y ponerla en acción. La experiencia guía éste pensamiento y esta acción. En India dicen “piensa antes de actuar, piensa antes de pensar”. Mantén tu estado de honestidad, rectitud, dignidad y luego decide sin miedo. Ten un juicio claro de lo que has de hacer, sin arrepentirte cada dos por tres.

7. El coraje de afrontar los problemas y desafíos enfrentándote al miedo, convirtiéndote en la personificación de las soluciones, desde una actitud de alegría y felicidad. Es necesario para intentar nuevas cosas, para innovar y para superar los errores, estando dispuesto a intentarlo de nuevo.

8. La fuerza de la cooperación. Cuando hay rectitud hay coraje, no malgastas energía, las dificultades se hacen fáciles y se recibe la cooperación de los demás sin pedirla. El método para que todo funcione es el amor y el altruismo. Los grandes retos se consiguen con la cooperación de todos.

Sin duda, los gobiernos, la función pública en general, las empresas, los profesionales, etc., hemos de aprender mucho de algunas organizaciones no gubernamentales y de la espiritualidad que en oriente se ha conservado en estado puro.

Hemos de estar más abiertos a potenciar los valores que guían la acción en nuestras organizaciones, valores económicos, pero también éticos y espirituales, que permitan a cada una de las personas involucradas conectar consigo mismo y con su entorno de una manera más equilibrada. En la que lo personal y lo profesional definitivamente se reconozcan y se respeten. Porque las organizaciones están formadas por personas, únicas en su esencia.

Este reconocimiento puede comenzarse hoy mismo, cuando usted llegue al trabajo, a su casa, se reúna con sus amigos. No es necesario decir nada. Simplemente el silencio y una mirada bastan para reconocer al otro. Simplemente unos segundos de Drishti.